martes, 4 de octubre de 2011

INTEGRALIDAD, ESCUELA Y COMPLEJIDAD.

A finales del siglo XIX, momento en cual, no solo se estructuraron y consolidaron múltiples campos del conocimiento humano; sino además, se previeron, generaron y/o diversificaron muchos otros; la confianza en las ciencias físicas y sus métodos comprobables y verificables basados en estrictas descripciones matemáticas de la realidad[1]; lograron extenderse y permear campos de las ciencias no físicas las cuales por adquirir prestigio y rigor académico -y en sintonía con el paradigma[2] de la época-, introdujeron en sus praxis diferentes elementos, conceptos y practicas propias de la racionalidad técnica.
Esta última se caracteriza por que la naturaleza de los problemas que aborda pueden ser definidos -en términos de Goell&Pirolli (1992)-, como fuertemente estructurados y bien definidos; en los que la solución a dichos situaciones problémicas son básicamente de corte instrumental y en la cual aplican protocolos sistemáticos, preferiblemente de corte científico. Es así como la medicina, la abogacía y la empresa pueden ser considerados modelos de  esta practica profesional.(Schön 1992).
No obstante existen otras áreas del conocimiento[3] que han demostrado poseer otra dinámica, en las que a pesar de compartir algunos elementos de claro corte racional y científico; también poseen amplias zonas indeterminadas; entendidas estas últimas como aquellas regiones en donde el abordaje de situaciones problémicas está caracterizado por -según Schön (1992)-, singularidades, incertidumbre y conflicto de valores, es decir, los problemas están débilmente estructurados y los objetivos mal definidos.
Su importancia radica en que son estas regiones las que definen el carácter y esencia de estas campos profesionales, en los que la creatividad; la integralidad; el azar; la asociación, coordinación y transformación de información; la previsualización de las consecuencias de las acciones realizadas; la flexibilidad; el desarrollo de elaborados modelos mentales virtuales; la intuición; el no prevalecimiento de  una respuesta única,… es decir la complejidad, se imponen.


Sin embargo, en algunas facultades de formación superior u organismos de orden nacional que se concentran en la descripción, estudio, legislación  y/o enseñanza de áreas del conocimiento caracterizado por su difícil determinación o por su intima relación con sistemas en extremo complejos, -como son los procesos de enseñanza aprendizaje-; aun imponen estructuras basadas en la racionalidad técnica. Instituciones que como lo describe Schön (1992),  “todavía acarician la idea de que la practica competente se convierte en  practica profesional cuando la solución de problemas instrumentales se basa en el conocimiento sistemático, preferentemente de carácter científico[4]”.

Es así como el abordaje de una problemática compleja y de corte indeterminado , en términos de una mera función estadística, técnica o científica, obliga a reinterpretar el sujeto de estudio,  bajo una sola dimensión resultadista; en la que para obtener ciertas descripciones del sistema, es necesario subdividirlo en múltiples elementos individuales, generando una micro-especialización; perdiendo así la perspectiva de la globalidad. En esta dirección Morin (2001) afirma: “La incapacidad de concebir lo complejo y la reducción de conocimiento de un conjunto al de una de sus partes provocan consecuencias aun mas funestas en el mundo de las relaciones humanas que en el del conocimiento del mundo físico[5]”.
Es claro entonces el porqué de las estructura de los contenidos curriculares tradicionales de muchas instituciones educativas estén elaborados bajo estos mismos principios academicistas; lo que Morin(2001) define como separación y parcelación del saber; y como bien Tobón (2006) lo describe, “como toda aquella en que se enfatiza la enseñanza instruccional de contenidos; el plan de formación es ajeno a las expectativas del estudiante y los requerimientos de la sociedad; los procesos curriculares son estáticos y anquilosados; hay fragmentación en la formación del estudiante porque se establecen áreas cerradas desde lo disciplinar y las asignaturas no tiene contacto entre si[6]”.
El reduccionismo y la simplificación también permean los medios[7] ,quienes en su afán de inmediatez y realizando una lectura de la realidad muchas veces no objetiva; construyen  y trasmiten una percepción de lo ocurrido, en la que la frugalidad, superficialidad y la no responsabilidad de sus contenidos promueve una actitud pasiva y poco crítica, casi conformista[8]. Es así como se alienta una postura en la que no se requiere cuestionar o proponer porque todo ya esta hecho. La obviedad y las respuestas estereotípicas[9] están  a la orden del día.
Esta situación deja en desventaja a la escuela con respecto a las redes globales de comunicación y algunos de sus contenidos. Son estas en realidad las que concentran y seducen la atención de muchos de los ciudadanos en formación. Es claro que no se puede dejar en manos de las redes globales la formación de los alumnos, no solo en el aspecto académico, sino en lo referente a valores, tradiciones y estructuras éticas y morales. Si bien son excelentes herramientas de búsqueda y construcción de información, entre muchas otras aplicaciones,  el uso que se le pueda dar a ellas generan graves preocupaciones.
En la misma línea, las normativas sociales, políticas, educativas y culturales[10] las cuales enmarcan, entre otros aspectos, el que hacer educativo en el aula, están dadas en función de la singularidad y especificidad de casos y situaciones  muy generales, o bien, particulares; muchas de los cuales entran en contradicción generando ruido y distorsión de los procesos que se pretenden desarrollar.

Como ser social, el alumno está expuesto a múltiples dimensiones que según el contexto particular y las circunstancias propias que lo definen se manifiestan en mayor o menor medida; y al mismo tiempo en que interactúe con estas; el estudiante esta construyendo su propio modelo interpretación y negociación con eso que lo rodea.
Desafortunadamente, así como los contenidos curriculares que aborda disgregadamente en la escuela y la superficialidad e inmediatez promovida por los medios y la constante incoherencia de las normas que regulan su convivencia en sociedad; el estudiante construye un modelo en que difícilmente reconoce la mutua existencia e interdependencia de estas dimensiones, se le dificulta tomar distancia de lo observado para tener una perspectiva desde de la globalidad e inhibe el fortalecimiento y proyección de ciertas capacidades muy deseables para el desenvolvimiento en una sociedad cada vez mas global y competitiva; pero al mismo tiempo excluyente e individualista.
Esta actitud simplificadora y reduccionista tiene ventajas de cara a situaciones de baja complejidad y de fácil determinación, pero conlleva una clara desventaja en lo que se refiere a la creatividad, libertad de criterio e independencia de pensamiento.

Por lo tanto el papel de la escuela hoy más que nunca debe ser valorado y tal como lo reconoce López (1995)[11] “la educación debe ser considerada como una actividad esencial para el futuro de las personas, las organizaciones y las sociedades. Es la educación orientada a desarrollar la creatividad la que responde a las exigencias de un mundo cambiante.

Para ello se hace fundamental y pertinente aplicar el primer principio de la enseñanza universal enunciado por Rancière(2003): “es necesario aprender alguna cosa y relacionar con ella todo el resto”[12]. En la medida en que el individuo logre articular, coordinar, asociar y transformar dichas experiencias vividas y logre identificar e interactuar con las dimensiones en las que se desenvuelve, además de relacionarlas con cuanto lo rodea, es decir, diferentes realidades del mundo; se generarán procesos creativos de alta jerarquía, que le permitirán a su vez transformarse a si mismo. Reiniciando el ciclo nuevamente. Esto en términos de Max Neeff es: “no hay acto creativo profundo que ocurra en un solo mundo, pues la creación es un compromiso con varios mundos”[13].
Sin embargo es necesario desarrollar  las facultades para hacerlo, y según Rancière(2003)hay dos que se ponen en juego en el acto de aprender: la inteligencia y la voluntad[14].
Todo esto nos remite a la escuela de formación básica primaria, básica secundaria y básica media, es aquí y no en otro lugar, donde se desarrollan y fortalecen los procesos que se consideran necesarios y fundamentales para que el ciudadano en formación logre convertirse en un agente que interprete y reinterprete, dado un contexto, y desde una perspectiva global, su realidad.
Por lo tanto la pulsión principal para abordar la realidad desde una perspectiva diferente y desprevenida debe obedecer a factores endógenos del alumno que están en formación, es decir, será el individuo quien construirá y transformará una estrategia única y personal que le permita abordar, interpretar y decodificar su realidad para proponer diferentes alternativas, esto es según Morin(2001)  “aprehender en conjunto el texto y el contexto, el ser y su entorno, lo local y lo global, lo multidimensional, en resumen lo complejo, es decir las condiciones del comportamiento humano”[15].

Se infiere por lo tanto un cambio radical del rol del docente, que en términos de Rancière(2003)  “no se trata de crear sabios, se trata de levantar el animo de aquellos que se creen inferiores en inteligencia, de sacarlos del pantano donde se estancan: no el de la ignorancia, sino el del menosprecio de si mismos, del menosprecio en sí de la criatura razonable. Se trata de hacer hombre emancipados y emancipadores[16]”.
Esto involucra un giro de ciento ochenta grados en las practicas en la escuela, en donde el aprender haciendo por medio de proyectos y la reflexión[17] de las interacciones ocurridas entre el tutor y el alumno se conviertan en los vectores disparadores y transformadores del cambio de conducta de los estudiantes; de este modo se promovería el pensamiento desde lo complejo, desde lo universal; la formación de los concepciones básicas de los saberes serían vistos como elementos articulados y dependientes unos de otros, como facetas diferentes de un una misma realidad.
Identificaría y relacionaría por fin el estudiante los elementos unificadores de la realidad que el vive en su entorno y aquella que es enseñada en la escuela, en otras palabras; desde el inicio de su ciclo de formación básica seria visible una estructura de mundo que en vez de chocar con la experimentada a diario, y/o con otras dimensiones;  engranaría con su percepción de realidad…razón por la cual las diferentes practicas vistas en la escuela ya no solo tendrían sentido solo como lo que DEBO aprender o DEBO hacer; sino como partes integrales y complementarias que me ayudan comprender la complejidad que me rodea y que al mismo tiempo me construyen y me definen.



Bibliografía.



·      Morin E. “Los siete saberes necesarios a la educación del futuro” Edit. Magisterio. 2001.
·      P. Parini “Los Recorridos de la Mirada.” Edit. Paidós. 2002.
·      R. López P. “Desarrollos Conceptuales y Operacionales acerca de la Creatividad” Edit. U Central. 1995.
·      M. Max-Neef. Conferencia dictada por Manfred Max-Neef en el mes de octubre de 1991 en la ciudad de Bogotá, en el Primer Congreso Internacional de Creatividad.
·      S. Abarca. “Psicología de la Motivación” 2001.
·      Rancière. J. “El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual.” 2003.
·      Tobón. S. “las competencias en el sistema educativo de la simplicidad y complejidad”2006.
·      Schön. D. “La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la enseñanza y el aprendizaje en los profesionales”. Edit. Paidós. 1992.
·      Goell&Pirolli. “The Structure of Design Problem Space” (1992)




[1] Cuyos resultados y observaciones se caracterizaban por ser susceptibles a ser simulados y replicados bajo condiciones controladas.
[2] Entendido en los términos que propone Las estructuras de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn.
[3] Arquitectura, Diseño, Artes, etc.
[4] Schön. D. “La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la enseñanza y el aprendizaje en los profesionales”. Edit. Paidós. 1992. Pg 12.
[5] Morin. E. “Los siete saberes necesarios a la educación del futuro”. Edit. Magisterio. 2001 pg .102
[6] Tobón. S. “las competencias en el sistema educativo de la simplicidad y complejidad”2006. Pg.3
[7] Además de las TIC’S; son todos aquellos medios de comunicación audiovisual y de carácter impreso que Umberto Eco pretende englobar como Cultura de Masas en el libro: Apocalípticos e Integrados.
[8] Observación basada en los comentarios del doctor Gabriel Restrepo en la conferencia realizada en la Universidad Nacional el día 30 de mayo del 2011 dentro del marco de la Especialización Pedagogía del Diseño.
[9] P. Parini “Los Recorridos de la Mirada.” Edit Paidós. 2002. Pg 239.
[10] Se entienden como: leyes, normas, artículos, parágrafos,  reglamentaciones, aclaraciones y circulares emanadas por el Ministerio de Educación nacional (MEN), Secretarias de Educación, Proyecto educativo institucional (PEI), etc.
[11] R. López P. “Desarrollos Conceptuales y Operacionales acerca de la Creatividad” Edit U Central. 1995. Pg 42
[12] Rancière. J. “El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual.” 2003. Pg 16.
[13] M. Max-Neef. Conferencia dictada por Manfred Max-Neef en el mes de octubre de 1991 en la ciudad de Bogotá, en el Primer Congreso Internacional de Creatividad.
[14] Definidas según Rancière(2003) como: La inteligencia es atención y búsqueda antes de ser combinación de ideas. La voluntad es potencia de movimiento, potencia de actuar según su propio movimiento, antes de ser instancia de elección. Pg32
[15] E. Morin. “Los siete saberes necesarios a la educación del futuro” Edit. Magisterio. 2001 pg.105
[16] Rancière. J. “El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual.” 2003. Pg 56.
[17] Schön. D. “La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la enseñanza y el aprendizaje en los profesionales”. Edit. Paidos. 1992. Pg 18.

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