miércoles, 22 de enero de 2014

¿QUÉ ES INVESTIGAR INTEGRANDO LAS TIC´s EN EL CAMPO EDUCATIVO?

La inversión en innovación y desarrollo en áreas que atañen a la ciencia y la tecnología no solo son considerados como elementos indicadores de independencia económica y política para las naciones pertenecientes al mundo globalizado; si no también se manifiestan en un enorme impacto en la calidad de vida para sus habitantes, expresado en el fortalecimiento de sus instituciones y el empoderamiento de estas por parte de sus ciudadanos.
Del mismo modo, el desarrollo y proyección de las políticas educativas están dadas en términos de favorecer y retroalimentar una sinergia que, sustentada en una constante reflexión de la práctica pedagógica y su relación con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC´s), redunda en la formación integral, global y transversal de sus ciudadanos con miras a la compresión de la realidad y la transformación de la misma en beneficio de sus iguales.
Sin duda, el papel del docente en estos procesos es fundamental, ya que se encuentra en una posición privilegiada que le permite no solo desempeñarse como agente transformador de los procesos académicos, cognitivos y de formación de sus dirigidos; si no también asumir un posición reflexiva, crítica y propositiva de su práctica pedagógica;  que en palabras de Freire (1988), debe estar dada en términos de estructurar permanentemente la realidad, de preguntarle y preguntarse sobre lo cotidiano y evidente.
Por lo tanto, la actitud transformadora del docente debe estar acompañada por una actitud de investigador.
Para ello, la consolidación de una postura crítica, cuestionante y creativa – mediada por la curiosidad- y en constante dialogo con la experiencia de sus prácticas, harán que la aproximación, construcción y relación de los procesos de pensamiento de sus estudiantes no se limite a observaciones planas y descriptivas desde lo cuantificable.
Del mismo modo, permitirán identificar, observar y desentrañar las múltiples variables que regulan las realidades del estudiante en torno a contextos específicos que configuran las dinámicas singulares propias del los procesos cognitivos y de representación de cada uno de ellos; que en términos de Morin(1999) lo define como Complexus, es decir; “cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico, el psicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas”.
El cambio de paradigma que dio origen a la sociedad industrial a mediados del siglo XVIII provocó una reformulación profunda de no solo los medios de producción, sino de todas las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de la sociedad de la época, incluidas las instituciones de carácter académico; las cuales, adoptando el modelo científico-reduccionista, privilegiaron el abordaje y descripción de la realidad desde lo medible y cuantificable, es decir, alrededor de las ciencias físicas y matemáticas.
El advenimiento de la modernidad y posmodernidad, en los siglos posteriores, trajo consigo cambios sustanciales en la interpretación del universo, que derivaron en nuevas formas de aproximación, descripción e interpretación de esas realidades. Paralelo a ello, el inmenso desarrollo de las ciencias y tecnologías de la información ha permeado todos y cada uno de los diferentes sustratos de la sociedad contemporánea, modificando y acelerando procesos culturales que de otra manera hubieran tardado cientos de años. Es claro que las diferentes formas y niveles de la educación[1], como producto, proceso, práctica y catalizador cultural no han estado ajenos a estos desarrollos. No obstante, aún son perceptibles las viejas estructuras sobre las cuales fueron fundados -es decir, el racionalismo, reduccionismo y cientificismo -que se manifiesta en la construcción de programas curriculares no articulados ni sensibles a las necesidades del contexto y mucho menos a las del estudiante.
En el contexto nacional, son recurrentes los programas académicos, de las instituciones de educación pública, que favorecen la instrucción basada en los modelos científicos-reduccionistas que alientan la adquisición del aprendizaje de modo sistemático y mecánico (Schön, 1992); en el que se promueve el abordaje del mundo a través de áreas y asignaturas independientes y rara vez articuladas, caracterizándose por una enorme cantidad de temáticas cuya pertinencia muchas veces no se compadecen del contexto y el entorno, como tampoco de la pulsiones o motivaciones particulares del estudiante; que en términos de Tobón (2002), es calificado como escuela tradicional[2].
Hasta el momento se han analizado tres características que describen brevemente algunas condiciones de contexto que adjetivan y configuran el entorno y las condiciones sobre las cuales el docente-investigador debe aproximarse para desarrollar su práctica educativa.
Es claro que las relaciones que se presentan en cada contexto son particulares y que están dadas en términos de complejidad; como segundo factor, los programas y contenidos curriculares obedecen a enfoques reduccionistas y disgregados que no promueven un dialogo con el entorno y las pulsiones del estudiante dificultando un abordaje de las múltiples realidades desde la globalidad; y por último, las tecnologías de la información y la comunicación, impregnan en mayor o menor medida los ambientes, procesos y metodologías que se manifestan en la escuela.
Dadas estas condiciones, el docente-investigador requiere definir una estrategia en la que prevalezca la reflexión sistemática y creativa, que exige evitar el abordaje de su practica pedagógica utilizando exclusivamente enfoques reduccionistas, propios de la investigación científica positivista, ya que reducen el marco de la misma a una descripción cuantitativa de fenómenos describibles en términos de protocolos de observación y verificación; con profundas raíces en la repetición de tareas que no le son significativas, dificultando la exploración, construcción y reflexión de sus realidades dado un contexto.
La práctica pedagógica esta dada en múltiples ambientes caracterizados por una enorme complejidad[3], en la que no solamente las interacciones observables, cuantificables y verificables afectan las dinámicas generales y singulares de los procesos de aprendizaje, convivencia y socialización, sino también muchos otros elementos que acentúan y le otorgan ese carácter dinámico, no-continuo, cambiante y transformador.
Es en este sentido, las TIC´s deben asumirse no solo como recurso o herramienta, sino como estrategia constructora e integradora de realidades que favorezcan los procesos cognitivos, de interpretación, representación y proyección tanto de estudiantes, como en el docente mismo.
Por lo tanto, es imprescindible realizar otros tipos de abordaje, sensibles a esas otras realidades, que permita considerar e integrar otras dimensiones que permean el ámbito pedagógico, y que estén alerta a las múltiples interacciones, que se originan entre ellas; permitiendo así, una comprensión desde la globalidad. Es así como un enfoque basado en lo cualitativo permite una aproximación desprevenida a las dinámicas que se presentan en los ámbitos de interés para el docente-investigador facilitando una interpretación de las realidades tanto generales como particulares desde una óptica en la que la sorpresa, la sensibilidad, las corazonadas y la casualidad tienen lugar, voz y presencia.

Bibliografía.

Freire. P (1988) "La educación como práctica de la libertad". Siglo XXI Editores, México.
Morin. E (1999) “Los siete saberes necesarios a la educación del futuro” Ed. UNESCO. Pg 15. http://www.eduteka.org/pdfdir/MORIN7SaberesEducacionFuturo.pdf
Muñoz F. Quintero J. Munevar R. (2001) “Como desarrollar competencias investigativas en educación” Ed. Magisterio. Bogota D.C Pg.24
Sampieri H.(2010) “Metodología de la investigación” Ed. Mc Graw Hill. México D.F
Schön D. (1992) “La formación de profesionales reflexivos. Hacia un nuevo diseño de la enseñanza y el aprendizaje en los profesionales”. Ed. Paidós.
Tobón S. (2002) “Las competencias en el sistema educativo. De la simplicidad a la complejidad” Pg. 3.




[1]Entendida como la integración de los planos desde lo conceptual, pedagógico, didáctico, curricular y experimental. Muñoz F. Quintero J. Munevar R. (2001).
[2]S. Tobón. “Las competencias en el sistema educativo. De la simplicidad a la complejidad” 2002 pg. 3.
[3] Complejidad entendida en los términos de Morin(1999).

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